Educación HOY!

25.10.06

Cambio de roles

La tecnología está llegando a un nivel de avance probablemente insospechado para la mayoría de nosotros, incluso los jóvenes, generando lentamente un proceso de acostumbramiento al desarrollo tecnológico permanente. Ya no es raro decir "...voy a cambiar mi celular, si ya está viejo(y tiene un año) y muy atrasado: no tiene cámara, no tiene sonidos polifónicos, etc...".

Somo permanentemente espectadores de un desfile de nuevos aparatos y servicios que son puestos a nuestra disposición a pocos meses de su creación (incluso cuando son hechos en lejanos puntos del planeta). Es así que hemos perdido progresivamente la capacidad de asombro unos más que otros, punto en el cual invito a la reflexión, pues, fácil será entonces, como muchas veces vemos hoy, desvalorizar y estar ciegos ante excelentes aportes al desarrollo en otras áreas o en la misma tecnología, pero que ya no nos deslumbran, olvidando que todo aquello que "aparece" por arte de magia en la vitrina de la tienda o que nos muestra nuestro amigo, es fruto del trabajo de la mano y la mente humana.

Uno de mis puntos es invitar a la reflexión respecto a lo que en el párrafo anterior enunciaba, pero lo que principalmente me llevó a escribir sobre esto es que hace ya varios años se viene dando un fenómeno bien particular en relación a lo que sucita en la familia y en la educación esta nueva situación. No es raro (o mejor dicho, es casi la regla) ver a niños y jóvenes enseñando estas nuevas tecnologías y conocimientos a los mayores que generalmente tienen cara de complicados y de no entender nada (que es lo que está pasando realmente). De este modo se está configurando un cambio generacional desde una generación que veía llegar lentamente los cambios que poco a poco se producía en el extranjero (con años para la adaptación) a una generación que ve cada 5 años o menos renovar casi por completo una ciudad entera con sus ciudadanos y sus costumbres (es cosa de acordarse que hace 5 años casi nadie pensaba en llamar al celular "juanito" o cruzar la ciudad en 10 minutos por una super autopista).

Es en este segundo punto donde quiero una reflexión respecto a cómo enfrentamos los roles desconocidos que nos toca llevar en la vida actual. Sin precedentes los cambios pueden derivar en cualquier extremo o exceso (generando una situación de riesgo y a la vez de potencial beneficio) por lo que creo debemos estar atentos a todo lo que está pasando y debemos tener siempre cuidado de cómo manejamos a nivel personal (de qué manera nos estamos adaptando nosotros a estos cambios), a nivel familiar (cómo insertamos a nuestra familia y cómo manejamos la dinámica interna en relación a la inserción forzada de un nuevo elemento, a veces desequilibrante de los vínculos y en general de maneras bastante sutiles), a nivel laboral y social (con políticas de estado, especialmente educacionales), todo lo que tiene que ver con el enfoque con que queremos adaptarnos a una nueva condición.

Quiero hacer énfasis en cómo puede afectar esto a la dinámica educacional. El alumno o hijo que se muestra siempre atento y curioso frente a los desafíos y conocimientos que le ofrece el mundo que le rodea tiene ahora acceso a cientos de miles de nuevos elementos desconocidos (la mayoría de las veces) a sus docentes o padres. De este modo frente al natural "no sé" de su primera fuente de información (padres o docentes) comienzan un descubrimiento personal que ya no acaba jamás (porque además todo lo que se descubre resulta ser muy divertido y envolvente). De este modo, el niño o joven va aprendiendo innumerables cosas que los "viejos ignorantes" desconocen. Y en este punto me quiero detener, ya que creo es esa situación la de principal riesgo (y es una situación que también se da en el mundo adulto, pero que a esta edad es de particular sensibilidad por la definición más concretas de las personalidades y vínculos de los niños).

En este nuevo contexto tenemos muchos caminos, como reforzar la enseñanza valórica por sobre la técnica ("poniendo la ciencia al servicio del hombre"), de forma de no perder el rumbo o la cabeza al enfrentar permanentemente estos nuevos conocimientos y desafíos (muchas veces los mismos niños se ven abrumados frente a la imposibilidad de adquirir o entender toda esa nueva información).
El niño o joven corre el riesgo inherente a cada etapa de individuación o definición de su personalidad, de exsacerbar su egocentrismo, narcisismo y soberbia en detrimento de la convivencia a todo nivel. Creándose personalidades disruptivas para su entorno. Este es un riesgo, a mi parecer, bajo en relación a la generación de trastornos de la personalidad propiamente tales, pero sí alto de generar un cambo cultural que quizá no favorezca una convivencia óptima si no tomamos las medidas adecuadas a la hora de educar.

En fin, es un tema en el cual cada uno vive día a día nuevas experiencias y frente al cual nuestro modelamiento vivencial nos dará respuestas que creo conveniente revisar a la luz de la deriva acelerada de progresión cultural.